Pedro debe caer

En el primer artículo del blog, analizamos la situación del PSC en Badalona haciendo hincapié en que la división interna entre aquellos que querían pactar con partidos de izquierdas y aquellos que se sentían más cómodos haciendo lo propio con partidos situados más a la derecha del espectro político.

Esta dicotomía a la que hacíamos mención a nivel local se repite también a nivel estatal. Como ya hablamos en “Juego de Escaños” cuando analizamos las opciones del PSOE en el Congreso, en el seno del partido socialista se está librando una batalla interna. De un lado, los partidarios de Pedro Sánchez, y de otro, los críticos. O lo que es lo mismo, aquellos que están deseando que Susana Díaz dé el salto a la política nacional.

De momento, Pedro Sánchez va ganando la guerra interna. Ha conseguido aplazar el congreso de la formación hasta después de la más que posible celebración de las elecciones anticipadas e ir marcando el tempo en las negociaciones para intentar formar gobierno.

Mucho ha cambiado en la relación entre Pedro y Susana desde que el primero se postuló a la secretaría general hasta hoy en día. En un principio, al madrileño se le acusó de ser una marioneta de la presidenta andaluza, mientras que hoy todo indica que Díaz estaría preparando el terreno para competir con Sánchez por el liderazgo del partido, decepcionada por su forma de dirigirlo.

El título del post es “Pedro debe caer”, no porque espere la caída del dirigente socialista, sino porque hasta que el PSOE no resuelva su guerra interna no sabremos hacia dónde se encamina.

Por un lado, dicen que quieren pactar con Podemos, mientras que por el otro acuerdan con el PP y Ciudadanos repartirse los puestos de la mesa del Congreso y la Comisión Permanente. Por un lado, dicen que quieren aplicar políticas progresistas, mientras que por el otro presentan un acuerdo de “reformas” con un partido como Ciudadanos, cuyo máximo exponente económico es un liberal como Luis Garicano.

La guerra interna tiene dos soluciones, y ambas se avecinan difíciles para el PSOE. Puede ganarla el sector de Sánchez, lograr imponer su visión, volver a intentar ser un partido de izquierdas y que haya una fuga de votos hacia Ciudadanos. O bien puede ganarla el sector de Díaz, pactar una gran coalición y que la fuga de votos se produzca igualmente, pero dirección Podemos. Ambas soluciones serían tremendamente negativas para el PSOE tal y como lo conocemos hoy en día. Podría existir una tercera vía, que es mantener el partido tal y como está actualmente, aplicando masilla en las grieta que van surgiendo, pero arriesgándose a que la fuga de votos se produzca en ambas direcciones.

Pedro Sánchez caerá, más pronto que tarde, porque ni siquiera la victoria en la guerra interna del partido le garantiza estabilidad en el cargo. Esa victoria sumada a una pérdida de votos le podría acarrear de igual manera la salida de la secretaría general del partido. Quizás su única salida para mantener el puesto es ser investido presidente del gobierno. De ahí sus esfuerzos, a veces desesperados, por intentar lograrlo. Una investidura le serviría para aplacar a los críticos en el partido (¿alguien se imagina a un partido apartando a su líder siendo este presidente del gobierno?) y le garantizaría cuatro años de libertad para dirigir la política del partido y del país.

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