Tras explicar en anteriores entregas que no era culpa de la “Ley d’Hondt”, que las encuestas no manipulan y que las listas abiertas también tienen inconvenientes, hoy vamos a hablar del voto nulo y en blanco y su influencia en el sistema electoral español.
En las últimas elecciones al Congreso, allá por diciembre, 226.997 electores votaron nulo mientras que 187.771 lo hicieron en blanco, es decir, un 0’9% y un 0’75% respectivamente. En total, vemos como más de 1’5% de los ciudadanos que fueron a votar no lo hicieron por ninguna de las formaciones que se presentaban. En cuanto a los resultados al Senado, vemos como los datos se disparan hasta los 800.897 votos nulos, un 3’22% del voto válido, y 978.380 votos en blanco, un 4’07%. ¿A qué se debe este voto?
Bueno, para empezar, tenemos que entender el voto nulo o en blanco como un voto de castigo contra el sistema por parte de aquellos ciudadanos que acuden a votar, ya sea por no encontrar una opción política que les represente o como ataque contra el espectro político en general. Muchas veces se dice que la abstención también puede actuar como castigo, pero es complicado demostrar cuales son los motivos de la población para abstenerse, ya que puede deberse, por ejemplo, a la imposibilidad de acudir a votar o a un desinterés por la política. En cambio, si se escoge una de estas opciones, se puede deducir más fácilmente el ánimo de castigar al sistema.
Ahora bien, ¿es lo mismo votar nulo que votar en blanco?
De cara a las elecciones al Senado sí, ya que ambos votos no tienen ninguna influencia en el recuento. Los tres candidatos más votados de la circunscripción (uno en las de las islas) obtienen el acta de senador.
Sin embargo, en las elecciones al Congreso, la cosa cambia. Para entender lo que vamos a explicar a continuación, es necesario recordar que para entrar al reparto de escaños es necesario superar la barrera electoral del 3% de voto válido en la circunscripción, una medida que, realmente, solo afecta a Madrid y Barcelona, que reparten 36 y 31 escaños, respectivamente.
Así pues, el voto nulo, como bien indica su nombre, no se considera un voto válido, con lo cual no cuenta para llegar al 3% de voto válido, con lo cual ni beneficiia ni perjudica a ninguna de las formaciones que se presentan.
En cuanto al voto en blanco, sí que influye indirectamente en los resultados de otros partidos, ya que computa como voto válido, por lo tanto, cuenta para ese 3% que los partidos necesitan para entrar al reparto de escaños. Así pues, un partido que esté justo en ese límite puede quedarse fuera por el voto en blanco.
¿Cómo votar nulo o en blanco?
Para votar en blanco, basta con introducir el sobre del Congreso vacío en la urna. Para el Senado, se puede hacer lo mismo que anteriormente o conn la papeleta (la famosa “sábana”) en blanco.
Para votar nulo, las opciones son infinitas. Papeletas rotas, de diversos partidos, tachadas, con lonchas de chorizo, etc. Todo abierto a la imaginación del votante. Si queréis tomar ideas, aquí tenéis unas cuántas.
PD: Atentos mañana a nuestro perfil de Facebook, que lanzaremos una porra electoral.