¿Dónde quedaron los círculos?

Desde su fundación, Podemos ha reivindicado una nueva forma de hacer política. Quisieron reivindicar el poder de las bases, organizadas en círculos, y cambiar el eje en el que buscar votos, abandonando el viejo izquierda/derecha y substituyéndolo por un los de arriba/los de abajo.

Durante la campaña de las elecciones europeas de 2014, la respuesta más socorrida del equipo de redes del partido era “los círculos decidirán”. Así pues, parecía que Podemos era algo diferente, alejado de la típica organización vertical de un partido tradicional.

Nada más lejos de la realidad. Desde la asamblea de Vistalegre, Podemos se ha ido transformando paulatinamente en un partido tradicional, algo que en los sectores más a la izquierda del partido (Anticapitalistas, por poner un ejemplo) no ha sentado muy bien.

Tras el inesperado éxito de mayo de 2014, la formación morada se enfrentó a un dilema terrible. Por un lado, la organización horizontal era la base sobre la que se tenía que construir el partido y sobre la que habían basado su campaña. Por otro lado, en la dirección de Podemos hay gente muy inteligente, y saben muy bien que si se quiere construir un partido sólido, hay que limitar al máximo la organización horizontal y establecer estructuras sólidas de partido, lo que comúnmente viene siendo conocido como el “aparato”.

Así pues, tras Vistalegre, Podemos se empieza a parecer poco a poco al resto de partidos tradicionales, lo que va originando fricciones con diferentes estructuras regionales. Andalucía, con Teresa Rodríguez a la cabeza, es una constante, ya que las formas de actuar del equipo de Pablo Iglesias diferían con las del equipo andaluz, dominado por el sector proveniente de Anticapitalistas. Por otro lado, esas mismas fricciones sobre la forma de actuar del partido acabaron en la salida del partido de Juan Carlos Monedero, hasta ese momento uno de los miembros más destacados del mismo.

De cara a las elecciones municipales, desde el aparato del partido se decidió que Podemos no podría presentarse bajo su marca a las mismas, hecho que originó diversos problemas, limitando así el poder de los círculos locales, que veían como pasaban de ostentar el poder absoluto del partido pre-elecciones europeas (o almenos así decían), a ser meros peones en el tablero de ajedrez del rey Iglesias.

La elaboración de listas para las generales acabó de confirmar los peores presagios. Mientras los círculos locales y provinciales elaboraban sus propias listas, desde la dirección central se establecieron diversos paracaídas para asegurar que algunas de sus principales caras conocidas o “fichajes” obtuvieran escaño en el Congreso, pasando por encima de la decisión que el círculo había adoptado.

Por último, la situación postelectoral. Pese a que desde el entorno de Pablo Iglesias se repitió por activa y por pasiva que cualquier pacto postelectoral o decisión importante se consultaría a la militancia. Sin embargo, la dirección de Podemos decidió no apoyar el primer intento de investidura sin contar con la opinión de sus bases. No obstante, Pablo Iglesias dijo este sábado que consultarían a la militancia un futuro pacto, pero solo si el acuerdo al que se llega es de su gusto. O lo que es lo mismo, no preguntará qué tipo de pacto quieren sus militantes, sino que les pedirá que aplaudan el que él quiere.

Volviendo al tema organizativo, desde el cese de Sergio Pascual (una decisión muy poco horizontal) hasta el nombramiento de Pablo Echenique como su sustituto las funciones de Secretario de Organización recayeron en el Secretario General del partido, Pablo Iglesias. Otra muestra más de la transformación de Podemos en un partido tradicional. Y es que desde Vistalegre, la formación morada ha ido construyendo una estructura organizativa cada vez más similar a la del PSOE.

Así pues, la pregunta que nos hacemos es la siguiente: ¿Dónde quedaron los círculos?