Difíciles decisiones

Han pasado ya dos semanas desde las elecciones, y se empiezan a ver algunas cosas que pueden marcar el futuro.

Por un lado, el PP sigue dejando pasar el tiempo, aunque con un cambio respecto al 20-D. Esta vez Rajoy parece decidido a presentarse a la sesión de investidura, que sería a finales de mes. Por su parte, el PSOE sigue enrocado en su misma postura, la del no a Rajoy, no a Iglesias y no a cualquier alternativa. En Podemos pasan los días y el único amago de autocrítica vino de forma secundaria por parte de C. Bescansa, mientras que en Ciudadanos parece ser que aún no se han dado cuenta que su situación en la legislatura puede verse convertida en residual.

Los 4 grandes partidos afrontarán momentos complicados en las próximas semanas (salvo el PP, quizás), y, de momento, ninguno de ellos parece ser consciente de lo que se les viene encima. En próximas semanas, el PSOE tendrá que decidir si el liderazgo de Pedro Sánchez sigue siendo válido, Unidos Podemos tendrá que ver si mantiene su estructura, y Ciudadanos, ay Ciudadanos, tendrán que replantearse si hablar más de Venezuela que de España en campaña electoral es una buena estrategia.

Pero, antes de todo ello, en poco menos de un mes, los socialistas y la formación naranja tendrán que decidir si apoyan o no la investidura de Rajoy. Descartando el apoyo de Unidos Podemos por razones obvias, tanto PSOE como Ciudadanos serán encargados de decidir si Rajoy forma gobierno o nos vemos abocados a unas terceras elecciones.

La decisión es difícil, sobre todo para el PSOE. El electorado de Ciudadanos, por mucho que desde el partido no quieran reconocerlo es mucho más próximo al PP que al PSOE, por lo que apoyar la investidura de Rajoy sería una decisión hasta lógica. Para los socialistas es mucho más complicado. Los resultados electorales de junio fueron malos y la dinámica del partido no es la mejor, con Pedro Sánchez más preocupado de su supervivencia política que de la del partido y con los “buitres” acechando el cargo agazapados en la sombra. Los problemas que explicamos en “Pedro debe caer” siguen ahí, y para resolverlos el partido necesita un periodo de reflexión, del cual no disponen.

Es por ello que, por extraño que pueda parecer, una abstención si Rajoy logra el apoyo de Albert Rivera a su investidura no sea una mala opción. Sí, para un simpatizante del PSOE un gobierno continuísta del PP es una mala opción, pero una situación de terceras elecciones puede ser catastrófica para el partido. Además, pensar en la hipótesis de un gobierno de izquierdas se antoja difícil, ya que requeriría el apoyo de los PANE, con lo que ello implica para el PSOE, que además, postureos aparte, no tiene la mejor sintonía posible con la dirección de Podemos para lograr un acuerdo. En este caso, un gobierno en minoría de Rajoy con un parlamento flexible para lograr acuerdos puntuales entre PSOE – Ciudadanos – Unidos Podemos podría ser beneficioso para los socialistas, que, de gestionar bien la situación, podría reformularse y encarar la nueva etapa erigidos en cabeza visible de la oposición.

Dicho esto, un apoyo directo o indirecto a una investidura de Mariano Rajoy también podría ser la estocada definitiva al partido, así pues, la mejor situación posible para Pedro Sánchez y los suyos sería una en la cual la abstención de algún partido nacionalista (¿PNV, la nueva Convergencia quizás?) sumado al apoyo de Albert Rivera sus 32 diputados hiciera que el sentido del voto socialista fuese irrelevante.

Si vosotros estuvieseis en la piel de Pedro Sánchez, ¿qué haríais?

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